Escalones con sentido: Cómo crecer sin dejar de ser tú

Un día estás en la fila de la panadería, antojada de una dona con glaseado rosa, cuando escuchas:
—“¿La señora ya pidió?”
Te volteas, medio confundida, buscando a la señora… hasta que te das cuenta: están hablando de ti.
Y ahí te cae un rayo suave pero inquietante: ¿En qué momento cambié de categoría? ¿A qué hora empecé a parecer “señora” si yo me sigo sintiendo igual?

Y no, no es que “señora” sea una mala palabra. Pero hay algo extraño en ese primer momento en que te lo dicen. Es como si los demás ya vieran en ti una etapa que tú todavía estás aprendiendo a habitar. Como si el mundo te estuviera avisando, sin preguntarte, que estás subiendo al siguiente piso: los 30, los 40, los 50… Ese vértigo de envejecer sin sentirte vieja. De madurar sin darte cuenta. De ver cómo cambian las etiquetas sin que cambie tu esencia.

Y mientras tanto, tus amigos hombres , aunque ya anden por los 50, con entradas, canas y todo, siguen siendo llamados “joven” por los meseros. Hay algo curioso y hasta frustrante ahí: el tiempo no les marca el cuerpo ni el trato de la misma forma. Mientras a ti te encasillan por cumplir años, a ellos se les sigue guiñando el ojo con cortesía. Y claro que eso duele. Porque no es sólo una palabra. Es lo que representa: la sensación de que el reloj social corre distinto para ti.

Pero no todo es pérdida. En cada década, con cada “nueva etiqueta”, también ganamos. Más claridad para soltar lo que no va. Más seguridad para hablar sin miedo. Más gratitud por lo simple. Más coraje para dejar de agradar. Y más sabiduría para saber que no estamos aquí para quedarnos jóvenes eternamente, sino para crecer con dignidad, con risa y con amor propio.

A veces asusta lo efímero que es todo. Lo rápido que se van los veinte, lo borroso que se vuelve el espejo, lo incierto que se siente el futuro. Pero también es bello mirar hacia dentro y descubrir que seguimos siendo nosotros, con nuevas cicatrices, con nuevas preguntas… pero con la misma capacidad de reinventarnos.

💬 ¿Te pasa algo parecido? ¿Te pesa este cambio de etapa? ¿Sientes que no encajas en la edad que te dicen que tienes? En VRIM Connect puedes chatear con un profesional de la salud en cualquier momento. Te escuchamos sin juicios y con empatía, porque crecer no debería sentirse como una batalla solitaria.

La vida no se detiene, pero tú tampoco. Cada etapa tiene su belleza, su crisis… y su donita glaseada.